Masacre de San Juan: la poesía también puede matar

Escribe: Carlos Soria Galvarro T.

Durante una recepción en la Academia de Historia hace algunos años relataba esta anécdota a unos jóvenes entre los que estaba el poeta Benjamín Chávez, cuando divisé entre los asistentes a Héctor Borda Leaño. La ocasión me pareció propicia para que un poeta, testigo presencial de los hechos, confirmara mi versión ante el incrédulo grupo de muchachos.

En efecto, Borda se explayó en detalles que provocaron asombro y terminaron por convencer a mis interlocutores.

El hecho ocurrió en Sucre donde se realizaba un congreso de poetas bolivianos convocado por el inolvidable Eliodoro Ayllón Terán, era el 26 de junio de 1967. La guerrilla del Che estaba en su apogeo en el sudeste del país y 48 horas antes se había producido la Masacre de San Juan. El recital tenía lugar en el colmado Paraninfo de la Universidad de San Xavier.

Jorge Calvimontes, otro gran poeta cuyo fallecimiento en México en diciembre pasado ha pasado casi desapercibido en el país, tomó la palabra y comenzó a desgranar sus versos:

Te lo juro hermano mío

yo solo vine a cantar…

Quienes alguna vez escuchamos declamar a Calvimontes podemos acreditar su imponente expresión y lo impactante de su voz, como salida de un oscuro y profundo socavón.

¡Hay madre, en tus manos dejo

mi silencio avergonzado…

esto que nos han hecho

ya no podemos callar.

¿Por qué has manchado el rocío

con la sangre, general?

Silencio, silencio niño,

no te vayan a quemar. Sigue leyendo